“Tintineo”
Se subió la solapa del chaquetón mientras el viento le azotaba con fuerza tornando aun más anaranjado el cigarro que llevaba en la boca. Metió ambas manos en los bolsillos, como era su costumbre, y salió del recinto atestado de olor a tabaco y alcohol.
Era muy tarde, pero no había bebido…sólo jugado a las cartas. La suerte le acompañaba, como siempre. Prácticamente había ganado todas las manos de póker. Los que jugaban con él decían que tenía el don de nunca perder, por lo cual muchos de ellos rehuían constantemente sus apuestas. A él poco le importaba el dinero que llegaba a sus bolsillos. No significaba nada. Con un padre millonario, quien a falta de cariño le había comprado “felicidad” con computadoras, autos, juguetes de última generación, viajes al extranjero, unos billetes más o menos no eran de importancia. Pero cuando en una esquina veía un anciano o un niño mendigando, les entregaba todo lo acumulado en sus interminables noches de juerga. No podía evitarlo. Lo realizaba desde hacía tanto tiempo atrás que ya no recordaba la primera vez, sólo unos anónimos y agotados ojos agradecidos. Incluso buscaba a quien obsequiárselos…sentía vergüenza de si mismo. Pero nadie sabía de sus caridades “nocturnas” como él las llamaba, ni aun Kiory…debía mantener una reputación.
Repentinamente, a lo lejos, percibió el sonido vago de una campana. Le pareció el melancólico llamado a un entierro.
A poco andar vio a Kiory parada frente a él, a unos cuatro metros de distancia. Ella también parecía vestida para un funeral, con negro cabello suelto, la falda plisada al viento y la campanilla, que él le había regalado de niños, sonando cadenciosamente. Ryuu se preguntó si era ella o un espectro producido por la congoja y el deseo inconsciente de verla después de tantos días.
"¿Kiory?"-murmuró-" ¿Eres tú?"
Trató de acercarse, pero ella se lo impidió con el sólo movimiento de su mano
"No te acerques…si me abrazas no querrás dejarme ir…"-
Por un momento Ryuu creyó que no estaba frente a su amiga…su acento…era distinta y sus ojos…sus ojos eran extrañamente dorados. "Es la noche"-caviló.
“Te han suspendido de nuevo”- dijo la chica. Parecía sólo una voz monótona traída desde otro lugar del mundo
“Si”-respondió el joven alborotándose el cabello y mirando hacia otro lado, avergonzado-"creo que terminaran expulsándome del instituto”-rió –“pero... tu me tienes preocupado… ¿te encuentras bien?... ¿has vuelto a enfermar?”
"No"-respondió seca…Realmente no era la Kiory que recordaba…-"Estoy perfectamente bien…Itsuki se ha encargado de mis cuidados.”
-“¡¿Qué?!”
-“Mi primo me cuida muy bien”
-“¡Pero yo no puedo verte! ¡¿Por qué no me dejan entrar a tu casa?! ¡¿Por qué no me contestas el teléfono?!…Kiory... ¿es que me has olvidado?"
-"Ya no puedes formar parte de mi vida…Shota ha hablado con mis padres y les ha pedido ser oficialmente mi novio…”-Ryuu sintió que el espanto le calaba los huesos-“y les ha contado todo sobre ti…lo que yo les ocultaba…y lo que ellos creían que sólo eran rumores….no te quieren cerca de mí…nunca, nunca más”
El joven se estremeció. Borracho, jugador, mujeriego, eran pocos adjetivos para calificarlo.
- “Esto no puede estar pasando…no puede”-murmuró para sí inclinando la frente derrotado.
-“Adiós " -le dijo simplemente la niña volteándose…el cabello la seguía como un manto azul aterciopelado.
Pero él no pudo mantenerse lejos y corrió tras de ella, abrazándola por la cintura con fuerza para impedir que aquella horrible oscuridad se la arrebatara para siempre.
"No me digas eso Kiory”-susurró hundiendo su cabeza en medio de sus cabellos. “No puedo vivir sin ti”-pensó.
Ella le tomó las manos para poder deshacerse de él.
”Si puedes”-murmuró ella
Ryuu abrió los ojos y se oprimió con aun más fuerza contra la espalda de la joven. ¡Ella le estaba leyendo el pensamiento!
“No puedo…eres mi hermanita...después de todos estos años, de toda una vida, nadie puede cuidarte mejor que yo…”-argumentó el joven dulcemente. Pero Kiory no emitió sonido alguno, como si su alma hubiese huido del lugar.
"¿QUIEN PUEDE QUERERTE MAS QUE YO?"…-murmuró Ryuu calladamente.
“¡Nadie puede amarte de la manera en que yo lo hago!" -se dijo a sí mismo- "¡Nadie te seguiría al infierno...ni se condenaría por ti!”..."¡NADIE, EN TODO ESTE MALDITO UNIVERSO, PUEDE AMARTE COMO TE AMO YO...!"
Kiory logró soltarse de aquel desesperado abrazo y volteándose lo miró tristemente como si desease responder a cada uno de sus pensamientos. Luego, repentinamente se hecho a correr.
Ryuu, azotado por el viento, escuchó en medio de la noche el tintineo de la campana como una despedida desgarradora… inmisericorde… eterna…
(...)
Elizabetha Souvre
Me encanta este relato, sale de lo común ya visto y además demuestra que el amor no siempre es miel y hojuelas, que puede traer sufrimiento y desengaño, sin embargo, el poder del amor siempre será mayor, MI VOTO es para este relato...Me encanta..
ResponderBorrarEs un relato precioso!!
ResponderBorrarBien narrado, sólo le cambiaría las comillas por guiones de diálogo cuando deben ir y le quitaría las mayúsculas a las últimas frases.
Me gustó mucho y me recordó a una historia de fantasmas sobre la que leí hace mucho tiempo.
Mucha suerte, Souvre!!
Besos!!
Me ha gustado este relato. Voto por él :)
ResponderBorrarEn espera de la continuación >u<!!!!
ResponderBorrarno sé cómo se vota aquí T_T pero todo mi apoyo!!!!
Genial el relato!!.. Me encantó!!...
ResponderBorrarTambién voto por este!!..
Muchos saludos...
Gustavo.- Hojas Mágicas.-