domingo

Relato # 14

...

Últimamente siempre me despertaba con esa extraña sensación. Tenía unas manos sobre mis ojos, como si esa persona estuviese detrás mia y quisiese darme una sorpresa.
Como las anteriores veces, tuve un sueño. El mismo sueño.
Empezaba girando y girando alrededor de nada, simplemente con mis manos alargadas hacia otras que me agarraban fuerte. Las manos de un chico, el cual yo no había visto nunca. Unos ojos penetrantes, sin color. Una voz susurrante y dulce que me hablaba de... ¿nada? ¿Como podía saber como eres su voz si no me hablaba?
Espera, no, no tenia cara, ni cuerpo... era tan solo niebla, de la que salían dos brazos y sólo se veían unos ojos. Esos ojos.
Después de levantarme de la cama, aún seguía confusa y mareada. Aún con la sensación de tenerlo detrás mía. Me tapaba los ojos y me susurraba "Ya estoy aquí, soy real”
Sonreía como una tonta, pero siempre terminaba volviendo a la realidad de golpe.
Ese día me aburrí de soñar sin más. Me fui a la ducha. Una vez desnuda, me metí poco a poco, al abrir el agua y sentir como el agua caliente alisaba y suavizaba mi pelo moreno, me sobrevino un recuerdo, de cuando algún día había sido largo y liso sin necesidad de productos químicos. En esos momentos me entristecía, pero ¿el pelo crece no? Y ahora tenía media melena que, para nada era lacia, con mecha descoloridas y dos mechones más largos, recuerdo de mi antiguo esplendor.
Salí de la ducha y me vestí. Suspiré y eché a andar hacia la cocina, pensando qué desayunar hoy....Cogí algo, ni siquiera me acuerdo lo que, me lo llevé a la boca, cogí mi bolso y los libros.
Estaba aburrida del bachillerato, ya tenía claro que lo aborrecía desde el primer trimestre de primero, pero los ciclos superiores para acceso a la carrera eran aún peores. Así que aquí me encontraba yo, haciendo por tercera vez segundo de bachillerato, con dos míseras asignaturas, un curso por las mañana y trabajando a media jornada por las tardes.
Como todos los días, después de un día agotador y de un trabajo que me encantaba, me fui directa a su casa. Una visita diaria. El mejor momento del día.
Llamé al telefonillo, nada, no me abría nadie. Un vecino suyo bajó y abrió el portal, aproveché la suerte que tenía y subí hasta su piso. Llamé y me abrió su madre. Él se estaba duchando. Sonreí y me fui a esperarlo a su habitación.
Estaba mirando por la ventana y no lo debí escuchar, porque unas manos se posaron en mis ojos, esas manos. Y su voz me susurró al oído:
- Ya estoy aquí, soy real.
En ese momento, sin pensar en nada, me di la vuelta, miré sus ojos marrones, su sonrisa sincera y supe que era él. Y lo besé.

(...)

Por Neikel

1 comentario:

  1. Un relato muy curioso, con algunos errores por corregir pero muy interesante.

    Mucha suerte, Neikel!!

    Besos!

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