Hola...
Aquí vengo para mostrarles mi relato de este mes de Diciembre para el Grupo de Adictos a la Escritura.
Este mes era versionar la navidad y yo quise trabajar algo que suelo mencionar mucho: "Navidad, no son decoraciones ni regalos... Navidad es estar con quienes amamos y que nos aman. Es sentir que somos especiales y hacer sentir a los demás cuanto valen. Estar unidos no solo físicamente sino también por los corazones."
Por lo que mi relato trata de resaltar eso, me salio un poco triste y raro. Pero igual creo que capte la escencia de lo que queria transmitir.
Sin mas, se los dejo:
Entre
las Ramas del Árbol.
“La navidad no es un
acontecimiento, sino una parte de su hogar que uno lleva siempre en su corazón” - Freya Stark.
El sonido de las teclas del ordenador al ser golpeadas por
sus dedos era lo único que se escuchaba en la silenciosa casa, a su lado su
pequeño cachorro de pastor ovejero se acurrucaba en busca de un poco mas de
calor. Le acaricio la cabeza con la mano libre mientras sus ojos seguían vagando
por la pantalla en donde las letras rebosaban. Se recostó en la silla parando
un instante, permitiendo que las pálidas luces de colores que adornaban el árbol
de navidad le dieran de lleno en los ojos inundados en lágrimas que sabía, no derramaría.
Por lo menos, esa noche. Y entonces la suave melodía del teléfono le saco de su
propia ensoñación, el sonido taladro sus oídos con fuerza desprovista y logro
que su pequeño cachorro pegara un brinco desde su confortable lugar entre sus
pies. Suspiro y siguió con renovado esfuerzo su tarea de escribir un avance más
de su próxima historia en ver la luz; la historia de una chica que soñaba con
tocar el cielo con sus manos y que extrañamente, se le hacia bastante conocida.
De pronto, tal y como comenzó, el sonido del teléfono ceso y
la habitación quedo de nuevo en el vago sonido de sus manos tecleando una
historia que ya parecía no tener sentido, ni en el papel ni dentro de su propia
mente. Detuvo su trabajo y trago grueso mientras tomaba fuerzas y se levantaba,
alejando sus ojos de la pantalla y dirigiéndolos al pequeño e improvisado árbol
de navidad que en el rincón iluminaba, junto a él un descuidado y poco
trabajado pesebre con figuras roídas daban el último toque a la hogareña decoración.
Soltó una amarga risa con ese último pensamiento, su pequeño
apartamento no tenia nada que cuadrase con la descripción de la palabra
hogareño y siéndose sincera a si misma, tampoco le gustaría que fuese de ese
modo. Camino entonces a la pequeña ventana en donde las luces de la ciudad
retrataban uno de los paisajes más hermosos que en algún momento llego a ver. Y
se recostó ahí, junto a la ventana con sus ojos enfundados en sus gafas de
marco negro mirando.
Una ciudad que nunca había llegado a sentir como su hogar,
ese que años atrás había abandonado con miedo a quedarse enclaustrada en una
vida sin sentido aparente y carente de alegría. Había huido para alcanzar sus
sueños, para dejar su propia huella en el mundo y se topo entonces con una
ciudad funcional, llena de desconocidos que caminaban lado a lado en la calle y
sin el más misero interés en pararse a pensar en la vida de los demás. Cerro
los ojos cuando el sonido del teléfono retumbo de nuevo en la habitación, el
reloj marco las 11:50 con un tintineo suave mientras el teléfono seguía sonando,
esperando por si sería contestado. Pero tanto ella como quien llamaba sabían
que no seria así. Hace mucho que no era así. De pronto el suave sonido del
click de la contestadota retumbo con mucha más fuerza y su propia voz salia del
teléfono con un falso tono alegre que nadie creería.
.- “Hola. Lamento no
poder atender tu llamada pero en este momento no me encuentro en casa, así que
solo deja tu mensaje después del tono, deja tu nombre y tu teléfono que cuando
yo llegue te devolveré la llamada…” – la pausa fue lo suficientemente larga
como para que pensara que habían desistido de dejar tal mensaje y rogó al cielo
que fuera de esa forma pero de un momento a otro las voces cantarinas y el
sonido estridente de la alegre música choco contra ella – Cariño, supongo que
para cuando escuches esto ya abras llegado. Lamentamos mucho no tenerte en casa
pero no te sientas mal, entendemos que tienes responsabilidades allá. Solo
espero que para el próximo año puedas venir, estaríamos encantados de tenerte
aquí luego de cuatro años – sintió un nudo en su garganta al escuchar la alegre
y cantarina voz de su madre tras el sonido borroso del teléfono – Espera que papá
quiere decirte algo… Hola, nene. Recuerda que estoy muy orgulloso de ti, mi
hermosa escritora famosa. Espero que el Niño Dios haya recogido tu carta y que
todo lo que pediste este año lo encuentres bajo el árbol en la mañana. Tu
hermano, Sofía y los niños te mandan saludes. ¡Feliz navidad, cariño! Te
queremos… - Y todo ceso de un momento a otro, la habitación quedo de nuevo en
silencio y ella misma se encontró deseando que volvieran a llamar, escuchar de
nuevo las risas y la música alegre que su madre se empeñaba cada año en bailar
aún cuando la edad comenzaba a dificultárselo con seriedad.
Pero no pudo hacer más que retirar tales pensamientos con la
misma rapidez con la que habían llegado a su cabeza, no iba a casa por navidad
por el miedo de encontrarse con su infancia, con un pedazo de si misma que se
mantenía intacto de cualquier daño y que debía y seguiría de tal forma. Los
recuerdos de su familia eran algo que no tocaba por su propio bien, una joven
mujer que había escapado de su pequeña y rutinaria vida con la meta de
escribir, una joven mujer que había terminado viviendo la vida de sus
personajes tantas veces inventados y borrados. La niña que en navidad gritaba
por las luces de la puerta, por lo brillante del árbol y la cantidad de comida
y regalos al marcar las doce ya no existía sino como el lejano resquicio de una
vida que pareció un sueño y de esa forma, debía seguir permaneciendo. Sintió
entonces a su cachorro correr entre sus piernas, le alzó con una sonrisa
cansada y lágrimas abarrotadas mientras lo pegaba a su pecho. Lo único que le
quedaba de compañía en una fecha que significaba soledad y vació para su patética
vida inventada. Camino en dirección a su habitación mientras el reloj terminaba
de marcar las 12:00 con letras rojas y el sonido de los juegos artificiales
surcaba el cielo de la ciudad que llamaba -pero no sentía como tal- hogar.
Y en medio de las
ramas del árbol, la misma carta escrita todos los años con letra dispareja y nostálgica.
Una carta que debía haber sido recogida la noche de ese mismo 7 de diciembre
pero que hoy, 25 de diciembre, ahí permanecía, como el sueño de una infancia
lejana y una vida perdida… Entre las ramas de un descuidado y viejo árbol.
“Querido
Niño Dios:
Este
año quisiera pedirte una sola cosa: Hazme volver. ¿Puedes hacerlo? ¿Podrías regresarme
al lado de quienes me aman? ¿Podrías borrar el intento vano de seguir con una
vida vana? ¿Puedes llevarme a casa? Aunque sea una noche, es solo para sentirme
amada como antes y para hacerles saber a ellos, que sigo amándolos con la misma
fuerza con la que abrí la puerta y me marche en busca de mis sueños. ¿Puedes
hacerlo? Solo quiero tenerlos aquí y que ellos me tengan allá.
Atte.:
Una niña con miedo a enfrentar un mundo sola.”
(…)
La canción en la que me base es esta:
Christmas Lights
Coldplay
¿Y que opinan? ¿Si o no?
Espero les haya gustado. Para mi significo mucho el escribirlo.
Un beso
Lu
PD: ¿Ya leyeron el debut de Alex escribiendo en el grupo de Adictos a la Escritura? A mi me gusto mucho su relato.
FALTA UN DÍA PARA NAVIDAD
Y DOS PARA NUESTRO SEGUNDO ANIVERSARIO.
Muy hermoso el relato y triste. Realmente me encantó. De verdad creo que escribís muy bien, Lu.
ResponderBorrarBesos.
Es precioso, conmovedora la tristeza y desolación de la chica, su anhelo por volver a encontrarse entre los que la quieren, que es lo verdaderamente importante, y su deseo de encontrar un lugar en el mundo. Me ha gustado mucho. Besoss
ResponderBorrarQue hermoso!!!! vivimos enfrascados en una parodia de la que no queremos salir, sin darnos cuenta que el mundo real está afuera, y que lo podemos encontrar siguiendo nuestras propias raíces. Felicidades.
ResponderBorrarhas reflejado muy bien el auto entrampamiento en el que nos metemos a nosotros mismos a veces...
ResponderBorrarUn hermoso relato. Creo que la protagonista podía volver si quisiera, más cuanto hay que pudiendo encontrarse con los suyos, se amarran los deseos, en aras de sus prejuicios.
ResponderBorrarTe felicito por tu relato y deseo que la musas te llenen siempre de bellas letras para compartir.
¡FELIZ AÑO NUEVO!: Doña Ku
Realmente transmitiste el verdadero significado de estas festividades: la celebración en familia, estar junto a quienes sabemos que nos aman para bien o para mal.
ResponderBorrarLo importante es que siempre se puede volver, siempre nos van a recibir con los brazos abiertos más alla de que seamos fracasados ó exitosos.
Un gusto leerte!!
FELIZ AÑO NUEVO!!!
Ya no estoy ambientada, pero cuanta nostalgia...
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